Abril 4: Cambiar la vida. Transformar la sociedad
Mayo 2: El arte ha muerto. La poesía está en la calle
Junio 6: Una idea que se estanca es una idea que se pudre
Julio 4: Seamos realistas: organicemos lo (im)posible
Agosto 1: La dignidad de la vida no se mendiga, se toma
Septiembre 5: No puede volver a dormir tranquila, aquella que una vez abrió los ojos
Octubre 3: En la bolsa de valores: la corrupción al alza
Noviembre 7: Sembremos rebeldías y cosecharemos libertades
Las posibilidades y escenarios para pensar la cultura han estado normalmente circunscritos al ámbito de especialistas académicos de campos muy específicos como la antropología, la historia o la sociología, quienes han realizado complejas e interesantes miradas sobre nosotros como sociedad colombiana en distintos momentos históricos y en diversas regiones. Sin embargo, muchas de estas indagaciones no se traducen necesariamente en una relación más objetiva y crítica con nuestros marcos valóricos, concepciones o modos de vida; lastimosamente no todo campo de conocimiento se ha transmutado en un espacio de reflexión generalizado entre la ciudadanía. Al mismo tiempo el concepto de cultura se nos hace esquivo y aparentemente imposible de ser definido aun cuando hacemos uso de él cotidianamente para asignar una variedad de asuntos que van desde las maneras de hacer la vida hasta la valoración de algo como moralmente o cívicamente aceptado, desde referirnos a lo que corresponde al campo de las artes hasta para hablar de las tradiciones de un pueblo o comunidad. A la par la cultura ha sido bandera de muchas luchas en nuestro país en las que destacan las luchas campesinas, las étnicas, ancestrales y comunitarias, movimientos como el indígena o de comunidades afrodescendientes son muestra de ello, también podemos mencionar allí movimientos urbanos que defienden ciertas formas de ocupación y habitación de la ciudad. Se suman además las múltiples expresiones artísticas, ambientales y de la memoria que han movilizado diversas organizaciones y colectivos a lo largo y ancho del país. Será pues un enfoque importante reconocer las luchas y reivindicaciones culturales, incluso hacer homenaje y entrar en diálogo con esos y esas que han hecho de su propia forma de vida un lugar de dignidad y resistencia. Teniendo esta simultaneidad de circunstancias como marco y partiendo de nuestra labor cultural vemos prioritario abrir espacios de debate y reflexión sobre estas y otras situaciones, es pertinente ponernos ante los problemas de la cultura desde lo conceptual y lo práctico contando con la política, la historia y la movilización social. Poner en lo público discusiones sobre lo que hemos sido, sobre lo que estamos siendo y lo que podemos llegar a ser como sociedad en esa dimensión que todo lo atraviesa como es la cultura, desde una óptica que se preocupa por conocer, ejercer la crítica y entrar en interlocución con actores que nos acompañen en esta indagación, nos permitirá ahondar en el conocimiento de nuestra realidad y ganar elementos para posicionarnos ante ella.
En un ciclo de ocho grupos de estudio, ocho conversaciones públicas y ocho tertulias, abordaremos nuestro problema del año, buscando cada mes ahondar, expandir y fijar aprendizajes y robustecer preguntas.
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